Sam Johnson transformó SC Johnson con su visión y sus principios
Sam sabía que el liderazgo iba más allá de los productos en los estantes. En sus propias palabras: “Un líder debe tener consciencia social, interés en la comunidad circundante, tanto dentro como fuera de la compañía”.
Sam Johnson toma una decisión importante
A los 18 años, Sam se marchó de su hogar en Racine, Wisconsin, con destino al norte de Nueva York, donde asistió a Cornell University y se graduó en 1950 con una licenciatura en Economía. Mientras estudiaba, conoció a Imogene Powers, una estudiante especializada en matemáticas con un sólido interés en astronomía, que se convertiría luego en su esposa.
Después de recibir su Magistrado en Administración de Negocios de la Escuela de Negocios de Harvard, Sam fue llamado a servicio activo como oficial de inteligencia de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. La guerra de Corea no terminaba aún. De regreso mientras se encontraba de licencia, surgió una pregunta fundamental para su vida: después de tres generaciones de liderazgo familiar, ¿se uniría al negocio familiar?
Sam estaba confundido. Amaba la compañía y sabía que en ella había un lugar para él. Pero se preguntaba: “¿Realmente quiero fabricar cera por el resto de mi vida?”.
Aconsejado por su padre, Sam dio otro paseo por la fábrica, que lo llevó a un encuentro trascendental que cambiaría su vida...
Nuevos rumbos para SC Johnson
Sam estableció su asociación más duradera en 1954. Imogene Powers y él se casaron, y su matrimonio se desarrolló durante 50 años hasta el fallecimiento de Sam en 2004.
Sam también se incorporó a SC Johnson en el puesto de asistente del presidente y, un año después, fue nombrado director de nuevos productos. Sam se dedicó completamente a la tarea, y trabajó para contribuir en la expansión de la compañía más allá de nuestros productos originales de cera. Y en solo unos pocos meses, su equipo ideó un nuevo producto: un insecticida en aerosol.
Luego de mostrárselo a su padre, Sam recordó entre risas que, H.F. Johnson, Jr. miró la lata y dijo: “¿No te das cuenta que no fabricamos ningún producto que no contenga cera?’.
“Podríamos ponerle un poco de cera”, respondió Sam. “Pero no creo que mate mejor los insectos”.
La búsqueda de oportunidades de Sam Johnson
Tras la Segunda Guerra Mundial, aunque la compañía ya se había expandido a muchos mercados mundiales, el padre de Sam, H.F., se mostraba escéptico sobre la apertura de operaciones en Italia. Pero cuando Sam visitó Italia a fines de 1950, encontró la pasta dental Colgate y los detergentes Lever en todas partes.
Él recuerda: “¡No nos dimos cuenta! O, en el mejor de los casos, nos dimos cuenta tarde... En ese momento juré que nunca llegaría tarde a un mercado.” A partir de ese momento, Sam lideró la compañía durante un período excepcional de expansión global, incorporando operaciones desde Ghana hasta Grecia, desde Turquía hasta Tailandia y desde Chile hasta China.
Sam se convirtió en el presidente de la compañía en 1966, y asumió el cargo de presidente de la Junta Directiva el año siguiente. Siguió capitalizando la herencia de su padre, su abuelo y su bisabuelo. Su decidida búsqueda de innovación, adquisiciones estratégicas y expansión global impulsaron sus logros. Valiéndose de productos nuevos y populares, llevó a la compañía a más de 65 países, distribuidos en seis continentes.
Principios sobre ganancias
Más que por los productos, Sam fue reconocido por los principios que llevó a la compañía. Prohibió los clorofluorocarbonos (CFC) en todos los productos de SC Johnson a nivel mundial tres años antes de que el gobierno ordenara el cambio. Es uno de los ejemplos más tempranos de activismo corporativo en nombre del medioambiente.
En 1976, Sam encabezó el equipo de liderazgo de la compañía que articuló formalmente nuestros principios de Creemos en esto. Han pasado más de 40 años y Creemos en esto sigue siendo la base de lo que somos y cómo conducimos nuestras actividades en el mundo actualmente.
En la década de los 80, Sam apoyó la inauguración de la primera guardería infantil corporativa de SC Johnson, una de las primeras de su tipo en los Estados Unidos. Y estos son solo algunos ejemplos.
Mientras conducía SC Johnson a través de un crecimiento sin precedentes, Sam, al igual que sus antecesores, también cultivó la importancia del medioambiente y la responsabilidad social. Sam lo explicó en el año 2000: “… El rendimiento financiero de un trimestre específico, o de un año, será olvidado en un lapso de tiempo muy breve. Lo que perdurará y determinará el grado de aprobación con que se mire [a las compañías] es el efecto que tengan en la sociedad en general y en el medioambiente donde realizan actividades”.
La familia en el corazón
Sam fue un visionario y un innovador, pero también fue un aventurero. Le encantaba el aire libre y fue un piloto experto. Fue un fotógrafo ávido que viajó por el mundo capturando imágenes increíbles del planeta que amaba.
Pero tal vez ninguna de sus aventuras es tan conocida como su expedición de Carnaúba en 1998. Sam creció escuchando las historias de las aventuras en el extranjero de su padre. “Cuando era niño, era pura aventura y romance para mí”, dijo él. “Mi padre me contaba historias que me hacían abrir los ojos de admiración; historias que me llenaban de asombro”.
La más fascinante fue la legendaria expedición que realizó H.F. Johnson, Jr. a Brasil en 1935. Sesenta años después, Sam decidió seguir los pasos de su padre. Se encontró con un viaje que no era lo que esperaba. Sin duda alguna, fue una maravillosa aventura de 7500 millas en una réplica extraordinaria del avión Sikorsky S-38.
Pero mucho más que eso, fue una revelación de la familia. Como Sam explica en la película Carnaúba, A Sons Memoir’ (Carnaúba, memorias de un hijo), la expedición se transformó en una forma de volver a conectarse con su padre y de fortalecer todavía más el lazo con su propia familia.
En la película, Sam explica: “Al pensar en lo que había hecho mi padre, y luego pensando también en el futuro, llegué a la conclusión de que no deberíamos preocuparnos de si hemos vivido a la altura de las expectativas de nuestros padres, sino de si, como padres, hemos vivido a la altura de las expectativas de nuestros hijos”.
Sam hizo mucho más que eso. Su visión, sus principios y su amor por la familia inspiraron lo que somos hasta el día de hoy.