La expedición en el Carnaúba de H.F. Johnson, Jr. fue una aventura que cambió su vida
Esta es una actitud aprendida, en parte, de nuestro líder de la tercera generación, H.F. Johnson, Jr. Como ejemplo de sus decisiones audaces, en 1935, H.F. surcó los cielos para viajar 24 000 kilómetros (15 000 millas) de ida y vuelta al noreste de Brasil. Buscaba el recurso más preciado de la compañía en aquella época: la palma de carnaúba.
H.F. Johnson, Jr. buscó cera de la palma de carnaúba
Las hojas de la palma de carnaúba son la fuente de la cera más dura del mundo, el ingrediente clave de casi todos los productos SC Johnson de aquellos tiempos. La demanda de productos SC Johnson crecía con rapidez. Para que la compañía pudiera sobrevivir, necesitaríamos un suministro constante de la palma.
Como lo explica Sam Johnson en Carnaúba: Memorias de un hijo: “Es lo único que parece florecer en ese tipo de ambiente particular. Las demás plantas y árboles son destruidos en los períodos secos alternos que ocurren en el noreste de Brasil. Sin embargo, a la palma le va muy bien porque la cera en las hojas protege la vida de la palma”.
Además de la cera, se usan las hojas de la palma para techar; sus fibras se emplean para crear cuerdas, tapetes y escobas; los tallos de las hojas se tejen para formar cestos y cortinas; los troncos se sierran para crear vigas para las casas; y las raíces se utilizan con fines medicinales. Los brasileños la llaman muy acertadamente el “árbol de la vida”.
La expedición del Carnaúba: Una aventura en un Sikorsky S-38
El equipo de H.F. incluyó a otras cuatro personas: J.A. Hoy, copiloto y operador de radio; E.H. Schlanser, piloto; R.P. Gardiner, agente de compras; y J.V. Steinle, director de investigación.
Despegaron del aeropuerto de Milwaukee en un pequeño avión anfibio. El Sikorsky S-38 era uno de los aviones más seguros de su época, ya que se trataba de un bimotor capaz de mantenerse en aire con un solo motor si era necesario.
El viaje, como se vería, distó de ser seguro. Aún no se inventaban los satélites y las personas rara vez volaban distancias tan ambiciosas. H.F. y su tripulación con frecuencia recorrían largos tramos sin ver a una sola persona. Pero a H.F. le encantaba la aventura.
Sam recordó historias que había oído durante su infancia sobre las aventuras de sus padres, como una escala en Cayena, donde H.F. conoció asesinos de la Isla del Diablo, y la vez que una multitud en la orilla le gritaba al equipo porque estaban caminando en aguas llenas de pirañas.
En resumen, el viaje abarcó 25 000 kilómetros (15 550 millas) por Cuba, Haití, República Dominicana, Islas Vírgenes, Antigua, Santa Lucía, Trinidad, Guyana Británica, Guyana Holandesa y Guyana Francesa, y luego Pará, Maranhaa, Amarracao, Camocim y, por último, Fortaleza, Brasil, y de vuelta. El tiempo total de vuelo fue de 168 horas y el avión viajaba a una velocidad media de 154 kilómetros por hora (96 millas por hora).
En una compañía familiar, la investigación y el desarrollo significan invertir en el futuro
En Fortaleza, H.F. quería establecer un centro de investigación donde SC Johnson pudiera cultivar y estudiar la palma de carnaúba, buscando maneras más eficientes de cosechar su cera.
El proceso manual utilizado entonces para cosechar la carnaúba wax comprendía rasgar las hojas de la palma golpeándolas como látigo contra una base con cuchillos, para luego golpearlas hasta que se cayera la cera que se liberaba. Una persona solo podía procesar cerca de mil hojas diarias, y casi la mitad del polvo resultante estaba contaminado con residuos. H.F. sabía que se podían hacer mejoras.
Nuestro centro de investigación establecido en 1937 y bautizado Raposa se convirtió en un sitio de extensas investigaciones y desarrollos relacionados con la planta, sus métodos de cosecha y el refinamiento de la cera. Desarrollamos nuevas maneras de procesar las hojas y mejoramos el cultivo de la palma para crear árboles que crecieran más rápido y produjeran más cera, conocimientos que se compartieron con los agricultores locales.
En 1970, Raposa fue donado a la Facultad de Agronomía de la Universidad de Ceará. Los miles de especímenes de carnaúba cultivados allí fueron la base de años de estudio y preservación de estos asombrosos árboles.
Pero el viaje permaneció en él. Al capturar sus historias en un libro para su familia, le escribió a su hijo, Sam: “Espero que hagas este viaje algún día. Me cambió la vida”. Sus palabras animaron a Sam a realizar su propia expedición Carnaúba sesenta años más tarde. Y las maravillas de estas dos expediciones siguen inspirándonos en SC Johnson.
Antes de que H.F. falleciera en 1978, tuvo una última petición: Quería que se grabara la hoja de carnaúba en su lápida. Más que una planta, la hoja se había vuelto un símbolo de los valores que tanto apreciaba H.F. y por los que es recordado con agradecimiento.