Herbert F. Johnson, padre fue el segundo en la línea generacional, pero no segundó a nadie
Un socio para el crecimiento de la “cera Johnson”
Cuando Herbert F. Johnson, padre, líder de la segunda generación de SC Johnson, se sumó a la compañía de su padre en 1892, el negocio de la cera para piso recién daba sus primeros pasos. Una pequeña tienda de dos pisos en Racine, Wisconsin, producía cera para piso y la vendía en la región central de los Estados Unidos. Sin embargo, después de que Samuel, el padre de Herbert, puso un pequeño anuncio publicitario en el periódico The Saturday Evening Post, los productos comenzaron a desaparecer de los estantes. Había llegado el momento de expandirse, y Herbert lo sabía. En 1906, Herbert llegó a ser asociado, y S.C. Johnson & Son se convirtió en una compañía familiar tanto en el nombre como en la práctica. Poco tiempo después, el negocio de padre e hijo había crecido lo suficiente para incluir nuevas líneas de productos, que iban desde cera líquida hasta enceradoras eléctricas y productos para automóviles.
La compañía tenía 92 empleados en 1910. La primera máquina de llenado de producto se instaló en 1912 y, hacia el año 1913, la idea del crecimiento internacional ya se había apoderado de la mente de Herbert. A diferencia de los propietarios de empresas de esa época, él creía que si un producto podía tener éxito en los Estados Unidos, entonces podía tener éxito en otros países. Herbert pensaba que había más personas fuera que dentro de los Estados Unidos, y eso significaba una oportunidad promisoria de mercado.
Herbert era, ante todo, un vendedor. En persona, realizó un viaje de varias semanas al otro lado del océano para conseguir la primera venta de la compañía en Gran Bretaña, una historia que vive en la tradición de la compañía. Para 1914, había fundado Johnson Gran Bretaña. Estallaba la Primera Guerra Mundial cuando se despachó el primer pedido de cera Johnson, y un submarino alemán hundió el barco que llevaba el pedido. Pero el entusiasmo de Herbert por la expansión era imperturbable.
Expansión global del negocio familiar
Herbert no se detuvo ahí. Siguió viajando, conquistando posibles clientes en lugares cercanos y remotos. Incorporó Johnson Australia al mapa de la compañía en 1917, justo dos años después de la adquisición del primer camión de la compañía. En 1920, Canadá se convirtió en la tercera filial de la compañía, y la tradición continuó. En la actualidad, SC Johnson vende productos en casi todos los países del mundo.
Pero quizá el mayor legado de Herbert fue su notable capacidad para relacionarse con las personas y hacerlas sentir parte de una familia más grande. Esto contribuyó a la creación del programa de participación de ganancias de la compañía en 1917, que la convirtió en una de las primeras firmas estadounidenses en establecer esta práctica. Herbert pensaba que todos los empleados debían participar en el éxito del negocio. Ese primer año, se distribuyeron USD31.250 entre 193 empleados. Hoy en día, cada año se reparten millones de dólares en pagos del programa de participación de ganancias a los empleados de SC Johnson.
Su legado vive en los principios de nuestra compañía
Herbert guió a la compañía hacia un nuevo nivel de innovación y crecimiento. Comenzó la expansión internacional que hoy nos ayuda a llamar hogar a países de todo el planeta. Pero quizá su legado más duradero fue un discurso que Herbert dio en 1927, poco tiempo antes de su muerte. Allí expresó lo que nunca nadie había dicho antes: la filosofía y los principios únicos que funcionan como brújula para todo lo que hacemos en SC Johnson. Dijo: “La buena voluntad de la gente es lo único que perdura en cualquier negocio. Es la esencia absoluta… El resto es secundario”. Herbert entendía que un negocio es simplemente un símbolo, pero apoyaba el trabajo de muchísima gente que se unió para construir la compañía, para aportar una idea, para cambiar el mundo. Su discurso de participación en las ganancias de 1927 se convirtió en un mantra que perdura hasta el día de hoy en SC Johnson. Su buena voluntad es la inspiración de todos nosotros.